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lunes, 20 de agosto de 2012

La falta de anonimato en la Clínica Condesa

Hace unos dos meses, mandé un mail a una parte de mis amig@s y (ex)compañeros de vida, trabajo y camino para compartir una reflexión sobre la atención social, política y sanitaria al VIH en México, España y Francia y acerca de las ideologías sobre las cuales dicha atención se fundamentaba.
Iniciando la crítica del sacerdocio médico
Me parecía altamente criticable la mentira y la omisión hacia los pacientes acerca de los cuidados posibles y alternativos, o del contexto económico de estos a medio plazo, la centralidad del médico-sacerdote en la atención y tratamiento del VIH, la necesidad de romper con el tinglado de provecho y aprovechamiento del cual viven y muy bien algunos dizque activistas, médicos y actores del sistema de salud pública, mientras van escaseando cada vez más los recursos materiales y sociales para la atención global del problema. Emprendía, entre otras cosas, una crítica de las prácticas y discursos circulares que obvian la existencia de tratamientos no-antiretrovirales para el mantenimiento de una buena salud de la persona infectada, desresponsabilizando a ésta de un cuidado global para mejorar su vida social, salud física y mental.  
 
Las respuestas fueron variadas: 

- La más usual fue el silencio, nunca supe si fue de condena o por miedo a exponerse
- Algun@s poc@s amig@s me ofrecieron apoyo para ampliar la crítica, aportar nuevos argumentos, complejizar mi argumentación, repartir información, divulgar e informarnos mejor
- Otr@s ni siquiera se lo leyeron, tan perdidos en comentarios muy útiles en las llamadas "redes sociales" que como todo lo que nos toca en este mundo contemporáneo, son tan frágiles y precarias. En fin...entiendo que mi posición vital no es el centro de la existencia de los demás

- Otras escasas personas me llamaron la atención sobre la falta de rigor de mi argumentación, invitándome a repensar algunos elementos de ésta.
         
- Andrea Gónzalez, la directora actual de la Clínica Condesa, con quien no tengo ningun trato personal ni conozco más que por su cargo, y a quien le llegó mi mail por alguna terceras personas, se lo tomó de una manera personal e hizo una respuesta pública y escasa a parte de mis argumentos en la presentación de unos libros en la Comisión de Derechos Humanos del DF, arguyendo que México seguía teniendo resultados - en cuanto a número de casos (en aumento) y mortalidad (que no disminuye) - parecidos a otros países de América Latina, Asia, África (no citó Europa), desresponsabilizandose de tales resultados mórbidos. Ni que decir que su respuesta obvia otros resultados más positivos en algunos países de Europa...y que por una vez el malinchismo académico podría ser fuente de nuevas enseñanzas en México.

 - Otros cercanos me hablaron de un proyecto de la Condesa acerca de los "desaparecidos" de la Clínica (gente diagnosticada positiva y que trás el diagnóstico no vuelven para atenderse) que se estaría llevando a cabo en breve, y al cual podría, quizás, participar en algun modo, ayudando a elaborar el cuestionario, por ejemplo. 

  - Mis ex-compañeros del Colectivo Sol, obviamente muy tocados por mi denuncia del mercado del ViH del cual se nutren muchos activistas, por toda respuesta me dijeron que no les había llegado dicho mail (pero si la noticia de este??), o que éste les había llegado como SPAM. Me prometieron una respuesta que nunca  llegó.
Una pequeña precisión: el mail que mandé hace dos meses no estaba dirigida a las personas que actúan en la atención social o sanitaria del VIH-sida, sino a sus ideologías o prácticas, y las consecuencias (en buena parte no buscadas) mórbidas de éstas. Si se lo tomarón de forma tan personal, será por algo...

Derecho a la información y derecho al anonimato

Finalmente, cuando volví a la Clínica Condesa para atenderme, tanto las personas de Trabajo Social como la médica (no la misma) me recibieron con los brazos abiertos. Desapareció de manera extraña el primer expediente abierto tras hallar la última prueba que realicé en la Clínica a finales de marzo del año pasado, desapareció también lo consignado por la primera médica que me mal-atendió, no supieron siquiera decirme quién había sido, y nunca hallaron los resultados de mi primer estudio de CD4 y carga viral, del cual no me dieron copia y que no pude ver personalmente en ningún momento: ¿borrón y cuenta nueva para asegurar la buena imagen de la Clínica evitando que las malas prácticas médicas no puedan divulgarse? (Resulta que así pierdo yo un tiempo precioso para el seguimiento de la evolución del retrovirus (que no virus) en mi cuerpo).

El paciente tiene, en la Clínica Condesa como en cualquier otra parte de la República, derecho a información sobre su estado de salud, derecho de consulta de su expediente médico, y derecho a decidir sobre su salud y el tipo de atención que se le está proponiendo. Pero también tiene derecho al anonimato y en este sentido, la Ley de Protección de Datos lo ampara, tenga o no VIH. 

Ahora bien, hace un momento recibí una llamada a mi teléfono celular y personal, de un tal Señor Villanueva desde el número de teléfono 5548224786, quien tras presentarse y preguntar por mí (con una exactitud exagerada), me preguntó si estaba atendido por la Clínica Condesa, ya que mi expediente aparecía entre los casos de personas que "desaparecieron" en el último año. También me preguntó si me atendía en otro lado, si estaba tomando antiretrovirales, antes incluso de que pudiera yo entender lo qué estaba pasando. Me pareció mucha indiscreción...e incorrección.

Resulta que yo nunca di a nadie en la Condesa mi teléfono celular: alguien, entre mis conocidos, dio mi teléfono celular para que el grupo de personas que está llevando a cabo el estudio sobre los "desaparecidos de la atención y cuidado de la Condesa" como los llamo yo, pudiera contactar conmigo e invitarme a participar en dicho estudio (encuesta) y entender los motivos por los cuales uno se va alejando de la atención sanitaria de la Condesa. En cualquier caso no podría yo contestar la encuesta dado que la deontología sociológica no permite ser a la vez observador y observado; y como me tomo mi profesión muy a pecho, que el tema me afecta muy personalmente, sería totalmente sesgada mi contestación. Eso sí: me parece sumamente importante que se lleve a cabo este estudio para poder mejorar la atención y la prestación de servicios en la Clínica Condesa de la Ciudad de México, en este sentido sin duda una de las mejores de este país y con gusto colaboraría a dicho estudio, pero no desde mi experiencia personal, sino a partir de las reflexiones que ya mencioné.

Pero esta misma llamada a mi teléfono celular es una prueba de que no se está preservando el derecho al anonimato y que se están usando datos personales sin la autorización de las personas involucradas. Más aún: que alguien tuvo el descaro de proporcionar sin avisarme un dato altamente personal como lo es mi teléfono celular. Por otra parte, queda claro que mi diagnóstico es ya totalmente público al vincularse tan fácilmente con mi nombre completo y teléfono personal.

Ahora bien, como le respondí al señor Villanueva cuando me dijo que si tenía dudas que aclarar acerca de este procedimiento, me podía acercar al módulo de trabajo donde están llevando el dichoso estudio; cuando yo "desaparecí" en abril tras un diagnóstico positivo que nunca fui a recoger porque ya me encontraba en París - donde me dieron un resultado indeterminado (una vez más), contradiciendo dicho diagnostico positivo de la Condesa- y volvía a engordar y a sentirme mucho mejor, nadie en la Condesa me llamó para saber si no me estaba muriendo en alguna esquina (claramente no lo podían hacer ya que en los expedientes vinculados a las pruebas Elisa y Western Blot, no se consignan datos de contacto, salvo la dirección postal, según me parece, lo cual demuestra que mi teléfono nunca fue consignado por mí, sino por otra persona que me conoce).

VIH: información, responsabilización y conciencia
Precisamente en estos días estaba preparando varias crónicas, algunas informativas, de reflexiones y lecturas, sobre la atención médica en general, el sacerdocio médico del milenio en particular, apoyándome en varias experiencias propias y ajenas, en el estudio de Ivan Illich de los años 70 sobre la expropiación de la salud, el cual aporta muchos datos, argumentos e ideas que alimentan mi reflexión poco argumentada de hace dos meses. Estas reflexiones vendrían colgadas en este nuevo blog de información, divulgación, denuncia con un afán de aportar e intercambiar visiones críticas sobre las vivencias, las acciones y la conciencia de quienes vivan con VIH. 
La llamada que recibí hoy me incentiva a llevar mi protesta a otros ámbitos: ya sí, estoy decidido a denunciar las prácticas de manejo de la información de la Condesa, y ya no sólo entre mis cuates activistas, seropositivos, científicos sociales, médicos y psicólogos, sino en las entidades encargadas del respeto de los derechos humanos y de protección de datos, tanto a nivel local y nacional (Comisión Nacional, CONAPRED, CONAMED, entre otras instancias) como internacional; así como en este blog.

Porque una cosa es que yo decida romper con la hipocresía y exponer mi caso para argumentar sobre la poca reflexionada atención al problema del VIH, y otra bien distinta es que otras personas hagan público y en mi lugar mi diagnóstico, o se permitan usar mis datos personales para llevar a cabo una encuesta, más cuando no tienen la valentía ni de avisarme ni de hacer pública su propia situación respecto del VIH, de su participación en la mercantilización y medicalización de la atención al VIH, o en la sesgada información al paciente afectado, ni sean capaces, al menos, de admitir su responsabilidad, complicidad e ineficacia respeto de la lucha contra el VIH-sida en este país.

Cuelgo por tanto este mismo mail, con algunos retoques, como primera crónica, en este blog. Ya que solo con información crítica, responsabilización y conciencia podremos recuperar una lucha que es de todos y no sólo de unos "activistas-funcionarios" que - para muchos de ellos - no viven con VIH sino que viven del VIH.

Saludos, achuchones, caricias y carantoñas...
Reno. 

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